Sufro Gran Hermano desde hace 12 años. Digo sufro porque me parece una auténtica penitencia, una total amargura y una absoluta mediocridad, y no porque yo lo vea porque no he visto ningún programa de ninguna edición, pero no pasa uno sólo día que esté con alguien que hable de semejante gilipollez.
Y es que es así. Prefiero estar yo en mi casa sin hacer nada que viendo a 20 verduleros en otra casa haciendo nada, no es que no estén haciendo nada, sino que hacen nada. No es lo mismo.
Y es que es así. Prefiero estar yo en mi casa sin hacer nada que viendo a 20 verduleros en otra casa haciendo nada, no es que no estén haciendo nada, sino que hacen nada. No es lo mismo.
Soy rara, si lo queréis pensar así. Pues vale, me dejo que me lo llaméis. Los que me conocéis también sabéis que soy muy crítica para bien y para mal, cuando algo me gusta, me encanta; cuando algo no me gusta, lo puedo llegar a odiar (como es el caso) y en ambos casos lo digo (siento herir sensibilidades).
¿Cuántos de vosotros veis Gran Hermano? Pero lo que más me interesa saber es ¿Por qué lo véis? Pero esto ya es mera curiosidad, ¿por qué se ve Gran Hermano?.
¿Cuántos de vosotros veis Gran Hermano? Pero lo que más me interesa saber es ¿Por qué lo véis? Pero esto ya es mera curiosidad, ¿por qué se ve Gran Hermano?.
La respuesta yo creo encontrarla en que este programa parte de un concepto muy básico como es el ‘chisme’ y creo que por desgracia es uno de los placeres sociales más importantes de hoy en día en nuestra sociedad, lamentablemente, porque parece ser que nos interesa saber lo que le ocurre al de al lado, qué hace, qué siente, cómo lo hace y por qué lo hace.
Pero chicos y chicas si el programa me gusta poco, me gusta aún menos el debate. Es que ya es lo que me faltaba ver como un panel de ‘ilustres’, que hablan de cada simpleza como si fuera algo sumamente transcedental para el destino de la humanidad o como si fuera un reflejo fehaciente de la sociedad. Vamos hombre, para mear y no echar gota que dicen en mi tierra.
Ahora pues…este programa parece ser que pasa por horas bajas en el transcurso de su duodécima edición. Sus audiencias no responden y el montaje sexual entre dos de sus concursantes ha hecho caer la imagen del programa dirigido por Mercedes Milá.
Vamos que ni siquiera las peleas entre ellos consiguen subir la audiencia. Y eso que la presentadora (antes de ser presentadora en semejante desfachatez he de decir que me gustaba) intenta en las galas del programa devolver su espíritu original afirmando que la esencia del programa es la "convivencia, sacar cada uno lo que tenga dentro, ser auténtico, fiel a sí mismo, no fingir y no tratar de ser otra persona", por lo que tengo entendido cada vez que veo los datos de audiencias, share y demás que eso sí me interesa.
Pues señores… que ha fracasado que la cosa está clarísima que hay que cambiar el formato y parece ser que ahora todo se dirige a imitar programaciones tipo ‘Amar en Tiempos Revueltos’ o ‘La Señora’, haciendo así ‘Bandolera’, ‘La República ' o 'El secreto de Puente Viejo’… y lo confieso cuando el tiempo me lo permite las veo porque me gustan porque esas sí me aportan algo, lo que no me aporta nada lo doy como perder el tiempo y para eso pues tengo un pueblo con unos caminos maravillosos para pasear si quiero hasta que comience Pasapalabra, porque ese sí que me gusta. También me aporta algo.
Que soy rara? Sí, ya lo sabía pero ya no creo que cambie a mis 27 años recién cumplidos. Seguiré sin ver Salsas rosas, Sálvames y todas esas parafernalias baratas porque para los que aún no lo sepáis (que sois muy pocos ya) tengo una gran biblioteca a la que acudir cuando la mente decide que es mejor empaparse de cultura que inundarse de basura. Buenas noches.
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